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Cómo el uso de antibióticos en el embarazo afecta a la flora intestinal del bebé.

Un nuevo estudio experimentó con ratones hembras con microbiomas afectados por antibióticos.

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La evidencia asocia la exposición a antibióticos en niños con el riesgo de enfermedad inflamatoria intestinal (EII). Y el uso de antibióticos en bebés, o en sus madres embarazadas, puede afectar la forma en que se desarrolla el microbioma intestinal, por lo tanto, ¿la transferencia de un microbioma afectado por antibióticos de la madre a al feto podría afectar su riesgo de desarrollar EII?

Esa es la premisa del estudio realizado por el investigador Michael J. Blaser y colaboradores bajo el título “Intergenerational transfer of antibiotic-perturbed microbiota enhances colitis in susceptible mice”. Publicado por la revista Nature, el ensayo utilizó ratones hembra gestantes inoculadas con una comunidad microbiana intestinal formada tras la exposición a antibióticos, las cuales, en efecto, transmitieron su microbioma afectado a su descendencia, con alta fidelidad.

“Nuestros resultados ofrecen una evidencia contundente de que los antibióticos cambian las comunidades microbianas heredadas por los bebés y que estos cambios tienen consecuencias a largo plazo sobre la salud. Un aspecto muy importante dado el amplio uso de antibióticos por las mujeres jóvenes tanto antes como durante el embarazo. Así, nuestro trabajo demuestra que los cambios producidos en el microbioma por la exposición a los antibióticos pueden transmitirse a través de las generaciones, de madres a hijos”, explicó al diario ABC de España Martin Blaser, director de la investigación.

El uso de antibióticos es extenso durante el embarazo con tasas reportadas de 42% en Francia, 40% en los EE. UU., 33% en el Reino Unido y 24% en Finlandia. Los antibióticos betalactámicos son los más utilizados en el embarazo debido a su supuesta seguridad, siendo las penicilinas los más comunes. Sin embargo, se sabía poco sobre el impacto transgeneracional de una microbioma afectada por antibióticos.

El estudio demostró, además, que en el caso de las crías nacidas de madres con flora intestinal expuesta a fármacos, los marcadores de inflamación característicos de la EII fueron 55 veces más altos que lo ocurrido con las crías de hembras con microbioma normal.

“Es bien sabido que un porcentaje del riesgo de desarrollar EII es heredado, pero el incremento de este riesgo atribuible a genes humanos específicos es relativamente pequeño. Nuestro trabajo muestra que lo que realmente afecta a este riesgo son los cambios en los genes del microbioma transmitidos de madres a hijos. Por tanto, es posible que las bases de la herencia de la EII difieran bastante de lo que hemos venido creyendo desde hace años”, concluyó el científico en entrevista con ABC.

Recomendaciones de la OPS

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que los antimicrobianos en general, y los antibióticos en particular, son un grupo farmacológico de más amplia utilización durante los períodos de gestación y lactancia, tanto por procesos relacionados con dichos acontecimientos (por ejemplo: mastitis, profilaxis por rotura temprana de membranas, etc.), como por procesos de infecciones intercurrentes sin relación directa con ellos (por ejemplo: amigdalitis aguda, divieso, etc.). De ese grupo, los fármacos considerados seguros son la penicilina, inhibidores de las penicilinazas y cefalosporinas. De relativa seguridad: marólidos, eritromicina y azitromicina. El uso de claritromicina ha sido discutido, pues su uso en dosis altas tuvo efectos teratógenos en mamíferos.

Existen para la OPS tres grupos desaconsejados durante el embarazo: aminoglúcosidos, tetraciclinas y fluoroquinolonas. Existen datos que demuestran el potencial nefrotóxico y ototóxico de los aminoglúcosidos durante la gestación. “Las tetraciclinas pueden depositarse en hueso y dientes fetales, principalmente en la segunda mitad del embarazo, con riesgo de retraso en el crecimiento óseo y defectos en el esmalte dental. Respecto al empleo de fluoroquinolonas, existen estudios que han demostrado la aparición de artropatías en animales. Tampoco se aconseja la administración de aminoglúcosidos durante las primeras semanas de lactancia por la posible acumulación del fármaco en el recién nacido”.

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