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Advertencia: el consumo de aceite de coco es perjudicial

La Asociación Americana de Cardiología alerta que el producto contiene 82% de grasas saturadas, tanto como la mantequilla o el aceite de palma

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El aceite de coco que últimamente las personas colocan en el café o en sus licuados como práctica saludable tiene, de hecho, el efecto contrario: su consumo es perjudicial.

Esa es la más reciente advertencia de la Asociación Americana de Cardiología (AHA, por sus siglas en inglés), referente mundial sobre cardiología. En su alerta, la institución recomienda no consumir aceite de coco, pues este posee un 82% de grasas saturadas y aumenta el colesterol “malo” (LDL), tanto como la mantequilla, la grasa de la carne o el aceite de palma. Si bien es cierto que todas las grasas y aceites tienen diferentes niveles de grasas saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas, otros productos son menos perjudiciales, como el aceite de canola, que solo tiene un 7% de grasas saturadas.

El informe de la asociación es en respuesta al cada vez más común bulo que reza que las grasas saturadas son inocuas y hasta positivas. Para derrumbar el mito, evaluaron el resultado de un análisis de 100 estudios sobre aceites vegetales. Allí encontraron que en siete ensayos controlados el aceite de coco elevó los niveles de lipoproteína de baja densidad (colesterol LDL o “malo”), contrario a la creencia popular que indica que es un aliado en la pérdida de peso, la mejora del metabolismo y la reducción del colesterol. De hecho, la evidencia demostró que sustituir su consumo por otros alimentos que contengan grasas saludables -o poliinsaturadas- como el aceite de soya, de maní o de maíz, podría reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares tanto como las estatinas reductoras del colesterol.

El aceite de coco, cuyo consumo y aplicación cosmética se ha vuelto tan de moda recientemente, es un producto extraído de la pulpa o carne del coco. Una sola cucharada contiene más de 11 gramos de grasas saturadas, de acuerdo a la National Nutrient Database. Eso es casi el límite diario total de 13 gramos recomendado por la Asociación Americana del Corazón, la misma entidad que asegura que los supuestos beneficios para salud no tienen sustento científico.

Alimentación saludable

La OMS considera que en los adultos, una alimentación sana implica, entre otras cosas, limitar el consumo de grasa al 30% de la ingesta calórica diaria, evitando grasas saturadas presentes en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y el aceite de coco y sustituyéndolas por no saturadas como el aceite de pescado, los aguacates, los frutos secos, o el aceite de girasol, de canola y de oliva.

En el caso de los niños, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), destaca la importancia de las grasas y aceites para su crecimiento y desarrollo. Para este grupo etario recomiendan a las grasas vegetales como la mejor fuente de grasa para por su aporte de ácidos grasos esenciales y su buena digestibilidad.

Y aunque reconocen que los aceites de coco y de palma aportan energía, “no son una buena fuente de ácidos grasos esenciales”. Por tal razón, recomiendan sustituirlos por aceite de girasol, soya, maíz, oliva, u otro aceite vegetal de buena calidad. “Para el niño mayor de dos años se recomienda lo mismo que para la población adulta, es decir hasta un 30 por ciento de la energía limitando la cantidad de grasas saturadas a un 8 por ciento de las calorías totales. Debe considerarse que los niños excepcionalmente activos pueden necesitar un mayor aporte graso para asegurar una ingesta energética adecuada”, sentencian.

Para finalizar, la FAO aclara: “Todas las grasas y aceites que consumen los seres humanos son una mezcla de ácidos grasos saturados y no saturados. En general, las grasas de animales terrestres (es decir, grasa de carne, mantequilla y suero) contienen más ácidos grasos saturados que los de origen vegetal. Las grasas de productos vegetales y hasta cierto punto las del pescado tienen más ácidos grasos no saturados, particularmente los ácidos grasos poli insaturados (AGPIS). Sin embargo, hay excepciones, como por ejemplo el aceite de coco que tiene una gran cantidad de ácidos grasos saturados”.

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