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Herramientas para un diagnóstico temprano de la hipoacusia en pediatría

¿Qué señales debe tener en cuenta todo profesional al respecto?

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Los aspectos más relevantes del artículo

  • "Durante la pandemia, han disminuido los controles de salud. Es importante realizar estas consultas, que consisten en valorar el desarrollo, crecimiento y maduración de bebés y niños en forma integral", sostiene Orsini.
  • “La sociedad pide pediatras modernos y actualizados en los aspectos de mayor acompañamiento familiar: lactancia, puericultura, alimentación saludable”, asevera Cascallar.
  • "También ha disminuido drásticamente la cobertura de vacunas. Estas son un servicio esencial y obligatorio. No todo es COVID-19. Si bajan las coberturas de vacunación de enfermedades corremos el riesgo de que comiencen a circular", concluye la pediatra.

A nivel mundial, 34 millones de niños padecen alguna pérdida de la audición que requiere rehabilitación. Según datos del Hospital Garragham de Buenos Aires, el 80% de las niñas y niños con problemas de hipoacusia puede corregir su audición con la utilización de audífonos si el problema es detectado y tratado a tiempo.

La primera evaluación auditiva debe realizarse cuando la niña o niño es recién nacido, en la institución donde se produjo el nacimiento. En Argentina, esta evaluación es un derecho garantizado, desde 2010, por la ley 25.415.

En ese país, la hipoacusia afecta a entre 700 y 2.100 niños al año. Asimismo, la discapacidad auditiva constituye el 18% del total de discapacidades. Dentro de ese porcentaje, un 86,6% corresponde a dificultad auditiva y un 13, 4%, a sordera.

En un texto publicado en la revista española Pediatría integral se expresa que los problemas auditivos no solo repercuten en el niño o niña a nivel orgánico, sino también psicológicamente. “Cuando la sordera es profunda, bilateral y de inicio temprano, la falta de tratamiento puede llevar a la instauración de un amplio síndrome psicosocial, con problemas psicoafectivos derivados del aislamiento, alteraciones del comportamiento, falta de desarrollo intelectual y dificultades en la integración social”, subrayan los autores del artículo.

Por ello, es importante cumplir con los estudios de otoemisiones acústicas a recién nacidos y antes del ingreso escolar, con el fin de detectar problemas auditivos y poder corregirlos. Y, en esta labor, el o la profesional de pediatría tiene un rol fundamental.

Diagnóstico temprano de la hipoacusia

Para la Asociación Vasca de Pediatría existen una serie de lineamientos que todo/a pediatra debe proseguir, en caso de sospecha de hipoacusia:

  • Preguntar a la madre si el niño/a oye.
  • Explorar la reacción al sonido, tanto al ruido o como al habla, según edades.
  • En caso de niños/as en edad escolar, realizar un seguimiento de la adquisición del lenguaje o del comportamiento en la institución educativa.
  • Explorar el oído para observar si aparecen alteraciones de la membrana timpánica como otorrea, atelectasia, tapón u ocupación del oído medio.
  • Frente a señales de alarma, solicitar un estudio del niño o niña en un centro de salud o enviarlo/a a un/a especialista en otorrinolaringología para que realice una valoración.
  • En los/as niños/as recién nacidos/as se puede llevar adelante una medición de la audición mediante un sonajero o silbato, posicionándolo entre 50 y 100 cm de su espalda.
  • Indagar sobre los factores de riesgo.

Signos de alarma

En el artículo publicado en la revista Pediatría Integral y que ya fue mencionado en párrafos anteriores, se establecen ciertos criterios para solicitar una valoración audiológica a un/a profesional en otorrinolaringología cuando el niño/a presenta ciertas dificultades en el habla, en distintas etapas del proceso de crecimiento, a saber:

  • 12 meses: no realiza balbuceo ni imitación vocal.
  • 18 meses: no utiliza palabras aisladas.
  • 24 meses: presenta un vocabulario de palabras aisladas con 10 o menos palabras.
  • 30 meses: expresa un vocabulario de menos de 100 palabras. No lleva a cabo combinaciones de dos palabras.
  • 36 meses: manifiesta menos de 200 palabras. No utiliza frases telegráficas. Presenta una claridad <80%.

El o la pediatra debe sospechar hipoacusia y hacer seguimiento si el paciente tiene antecedentes de otitis media aguda (OMA) u otitis media serosa (OMS). También, si presenta factores de riesgo asociados a pérdida auditiva neurosensorial tardía.

Otra señal de alarma es si el niño a niña habla con voz excesivamente suave o fuerte o si, a los 6 años, presenta problemas de pronunciación y retraso en la adquisición del lenguaje.

En niños/as más pequeños/as se debe tener en cuenta si el/la paciente presenta OMA con mareo o vértigo. Asimismo, si se le ha diagnosticado hipoacusia de forma repetida por audiometría y/o audioscope por encima de los 40 decibeles, sobre todo en frecuencias de 1000-2000-4000 Hz.

Factores de riesgo

El/la profesional pediátrico/a debe realizar un especial seguimiento a niños/as con estos antecedentes:

  • Historia familiar de hipoacusia infantil permanente.
  • Ingreso a la UCI por más de 5 días tras el nacimiento.
  • Anomalías craneofaciales, incluidas aquellas que interesan al pabellón auditivo, conducto auditivo y malformaciones del hueso temporal.
  • Hallazgos físicos, como un mechón de cabello blanco frontal, que se asocien con un síndrome que incluya una sordera neurosensorial o de transmisión permanente.
  • Síndromes asociados con hipoacusia o sordera progresiva o de aparición tardía, como la neurofibromatosis, la osteopetrosis y el síndrome de Usher. Otros síndromes, frecuentemente identificados, incluyen el Waardenburg, Alport, Pendred y Jervell y Lange-Nielson.
  • Enfermedades neurodegenerativas, como el síndrome de Hunter, o neuropatías sensoriomotoras, como la ataxia de Friedreich y el síndrome de Charcot-Marie-Tooth.
  • Infecciones postnatales asociadas con hipoacusia neurosensorial, como meningitis bacteriana y vírica confirmadas (especialmente los virus herpes y varicela).
  • Traumatismo craneal, especialmente de base del cráneo o fractura temporal que requiera hospitalización.
  • Proceso de quimioterapia.
  • Recurrente o persistente otitis media serosa durante al menos 3 meses.

Además, es importante tener en cuenta si su madre, durante el embarazo, atravesó infecciones intrauterinas como citomegalovirus, herpes, rubéola, sífilis y toxoplasmosis.

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Fuente/s:

Hospital Garragham. Revista española Pediatría integral. Asociación Vasca de Pediatría.

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