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“El dióxido de cloro no es selectivo y al ingerirlo reacciona y rompe moléculas”

La frase fue expresada por la bioquímica e investigadora del Conicet, Guillermina Calo.

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Los aspectos más relevantes del artículo

  • El dióxido de cloro es un gas utilizado como blanqueador en el proceso de fabricación de papel.
  • También se emplea como potabilizador en plantas públicas de tratamiento de agua y como desinfectante en construcciones..
  • La OPS alerta que su ingesta puede causar irritación de la boca, el esófago y estómago, náuseas, vómitos y diarrea.
  • Asimismo puede generar graves trastornos hematológicos, cardiovasculares y complicaciones renales.
  • No hay evidencia comprobada sobre sus beneficios para el tratamiento de diversas patologías.

Desde hace varios años, algunos productos que contienen dióxido de cloro o derivados, como la Solución Mineral Milagrosa (MMS sus siglas en inglés), han sido promocionados para el tratamiento de diversas patologías, sin contar con evidencia científica de respaldo. En el marco de la pandemia de COVID-19, el dióxido de cloro ha resurgido con fuerza gracias a su amplia difusión en Internet. Numerosos productos que lo contienen indican tener propiedades curativas o preventivas frente a la enfermedad, pese a que la mayoría de los organismos de salud a nivel mundial advierte sobre los riesgos de su consumo.

En un reporte oficial publicado el 10 de julio pasado, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomendó no utilizar productos a base de dióxido de cloro o clorito de sodio por vía oral o parenteral en pacientes con sospecha o diagnóstico de COVID-19, ni en ningún otro caso, porque no hay evidencia sobre su eficacia, y su ingesta o inhalación podrían ocasionar graves efectos adversos.

El dióxido de cloro es un gas de color amarillo o amarillo-rojizo, utilizado como blanqueador en el proceso de fabricación de papel, como potabilizador en plantas públicas de tratamiento de agua y como desinfectante en construcciones. Al ponerse en contacto con el agua, genera iones clorito que le permiten eliminar bacterias y otros microorganismos. También se emplea en ensayos clínicos de antisepsia bucal.

Toxicidad

De acuerdo con el informe de la OPS, el dióxido de cloro, también llamado CDS (por Chlorine Dioxide Solution), reacciona rápidamente en los tejidos humanos y, si se ingiere, puede causar:

  • Irritación de la boca, el esófago y estómago
  • Náuseas
  • Vómitos
  • Diarrea
  • Graves trastornos hematológicos (metahemoglobinemias, hemolisis, etcétera)
  • Trastornos cardiovasculares
  • Complicaciones renales

El reporte también señala que puede provocar una disminución de la presión arterial, dando lugar a complicaciones respiratorias debido a la modificación de la capacidad de la sangre para transportar oxígeno.

Se han enumerado gran variedad de efectos adversos vinculados al CDS.

Adicionalmente, la inhalación de dióxido de cloro a través de nebulizadores puede generar edema pulmonar, broncoespasmos, neumonitis química y edema de glotis e incluso producir la muerte, si el nivel de exposición se encuentra por encima del valor límite de exposición profesional.

Por otro lado, la exposición prolongada puede dar lugar a bronquitis crónica y erosiones dentales. <<Hay que resaltar que el dióxido de cloro no es selectivo y, al ingerirlo, va a reaccionar y romper muchas moléculas, algunas del virus, pero también muchas otras de nuestro propio organismo produciendo graves efectos adversos>>, dice la bioquímica e investigadora del Conicet, Guillermina Calo, parte del grupo Ciencia Anti Fake News COVID-19. Y advierte que, en medio de la pandemia, frente a la inexistencia de tratamientos para la COVID-19, <<la gente recurre a cualquier cosa que pueda parecerse a una solución, no importa cuántas veces digamos que no funciona y que, incluso, es tóxico y nocivo para la salud, siguen apareciendo las preguntas “por qué no sirve” o “cómo saben que no sirve si no lo prueban masivamente en los enfermos”>>. La investigadora expresa que esas preguntas surgen en los usuarios a raíz de testimonios como <<el primo del amigo de mi tío lo usó y sin eso hubiese muerto>>, que circulan en Internet, sin ninguna confirmación.

Circulación en Latinoamérica

El pasado 26 de junio, el Ministerio de Salud de Bolivia emitió un comunicado para alertar que la Solución Mineral Milagrosa, publicitada y comercializada como dióxido de cloro y clorito de sodio, no correspondía a un medicamento y no contaba con registro sanitario. Sin embargo, en el día de ayer, el Parlamento de ese país aprobó una ley que apoya la utilización del producto como tratamiento para la COVID-19, pese a que el Gobierno interino sanciona penalmente su uso.

Según señala el proyecto de ley, la elaboración del producto corresponderá a laboratorios autorizados y su envase deberá informar la dosis y las precauciones con que debe tomarse. Su comercialización se realizará en farmacias y clínicas autorizadas pero sin necesidad de receta médica.

De forma excepcional, la ley prevee liberar de aranceles la importación del producto, cuyo “uso alternativo” está previsto “mientras exista riesgo de contagio de coronavirus SARS CoV-2.

Por su parte, la Dirección Nacional de Vigilancia Sanitaria de Paraguay detectó la oferta y promoción del producto no registrado Sustancia Mineral Milagrosa (SMM). A raíz de este hallazgo, se emitió la resolución 278/20 que prohíbe su importación, comercialización y uso, así como la elaboración de preparaciones magistrales a base de clorito de sodio con o sin adición de ácido (clorhídrico, cítrico u otros). Adicionalmente, se emitió un boletín de alerta a la población.

Difusión en campañas digitales

En las redes sociales se multiplican las páginas que promocionan el producto. Los principales medios elegidos son Facebook e Instagram. Algunas de ellas son públicas, como Asesoría en dióxido de cloro o privadas, como Beneficios del dióxido de cloro.

Generalmente, las publicaciones hacen referencia a Andreas Kalcker, biofísico alemán que defiende el uso del producto con fines médicos e incluso enseña cómo producirlo en videos publicados en Internet a los que se accede pagando una determinada cifra de dinero. Además, existen testimonios de personas que afirman haberse recuperado gracias a este producto. Al respecto, la investigadora del Conicet expresa que el CDS <<fue enormemente “viralizado” con vídeos y notas con información esperanzadora (pero falsa), y fue compartido virtualmente miles de veces en todo el mundo>>.

 

La proliferación de campañas promocionales de este producto es un síntoma más de la infodemia, la otra pandemia que atraviesa el mundo debido a la explosión de fake news o informaciones falsas que circulan diariamente en Internet.

Pero Calo tiene una mirada esperanzadora pues cree que el desarrollo del pensamiento crítico en los usuarios disminuirá la circulación de este tipo de noticias: <<Vemos grandes avances en la gente que, hoy en día, se cuestiona si todo lo que ve es cierto o no. Aún falta mucho camino por recorrer, porque la infodemia es un mal que ha llegado para quedarse>>.

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Fuente/s:

OPS EFE

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